Autismo,
apego y crianza
Publicado 20 de octubre de 2012 por Ibone Olza
En mi trabajo
atiendo y acompaño a muchas familias de niños y niñas pequeños que tienen
trastornos del espectro autista. Les voy conociendo y aprendiendo más y más
sobre el autismo, esa misteriosa manera de percibir y estar en el mundo. Como
psiquiatra infantil intento conocer bien a los pequeños, asegurarme de que sus
padres han comprendido bien la forma de discapacidad que supone el
autismo, y que sepan que ellos no tienen la culpa del trastorno.
Una de las cosas que más me horroriza es pensar en el daño
que algunas “pautas de crianza” han podido hacer a estas familias,
como ya expliqué en el post sobre el llanto de los bebés dado que en
ocasiones uno de los síntomas más incipientes del autismo son precisamente los
trastornos tempranos del sueño. Demasiado a menudo los tratamientos que se han
ofreciendo a estos pequeños conllevaban un cuestionamiento o juicio a las
maneras de criar de cada familia o la recomendación de dejarles llorar o no hacerles
ni caso.
Me escribe Irene desde Argentina, madre de dos niños, uno de
los cuales tiene autismo. Me cuenta: En este mundo ya es bastante
difícil decidir criar con apego, más a un niño con autismo, en donde mucho
se centra en revertir conductas inapropiadas. Lo que escuchamos constantemente es
que nuestra crianza solo hace que lo criemos sin límites, sin organización, sin
contención…Por más que busco y busco no encuentro información que relacione
los dos temas (crianza con apego y autismo), y muchas cosas las tengo que
resolver gracias a mi creatividad, porque si me guío con los terapeutas es
“Déjalo llorar”. Resolver si destetarlo, resolver si dejarlo llorando
ante un
berrinche, resolver si colechamos, resolver si su hermana quiere participar
en las terapias qué hacemos, resolver si lo llevo a upa cuando llora…
pareciera que criándolo así solo operamos para que empeore y yo firmemente no
creo eso, creo que todas sus “ventajas”, todas las cosas positivas que tiene en
parte están relacionadas a como lo criamos.
Apego y autismo. Tal y como yo lo entiendo lo que se conoce
como crianza con apego o crianza natural es en el fondo una forma de
potenciar la fisiología, es decir, favorecer lo que la naturaleza ha
previsto para que criar sea placentero y fácil mediante la construcción de
un vínculo muy estrecho con la madre (inicialmente) y el padre que
permitirá a la criatura crecer sintiéndose muy querido y muy seguro. Para
ello es preciso conocer bien las necesidades del recién nacido de
contacto corporal estrecho, leche materna y amor y relacionarse con el o
ella siempre desde la escucha mutua y el respeto a esas necesidades. Esto
en lo práctico supone favorecer el contacto piel con piel desde el
nacimiento, la lactancia materna a demanda durante años, el colecho, el
contacto estrecho mediante el porteo, y sobre todo que madres y padres pasen
mucho tiempo con la criatura.
Ahora, ¿cómo criar a un niño o niña que tiene autismo? Y
sobre todo, ¿cómo fomentar el vínculo seguro en estos casos? Y yo como
psiquiatra,¿cómo puedo valorar que tipo de vínculo se ha establecido? Me
resulta muy difícil.
Las
propias madres o padres a veces lo expresan en mi consulta: “Ni siquiera sé si mi
hijo me quiere, a veces parece que le da igual que estemos o no“. “No
parece alegrarse cuando llego a casa“. El autismo conlleva una enorme
dificultad precisamente para expresar emociones y para reconocerlas en los
demás, algunos niños con autismo no toleran apenas besos o abrazos,
mientras que a otros les chifla y abrazan indiscriminadamente incluso.
Pero por otro lado casi todos son extremadamente sensibles precisamente a
los cambios en los estados emocionales de sus padres, y en ocasiones
cambios o empeoramientos bruscos en sus conductas tienen que ver con
esto, con que están percibiendo que su madre o su padre está peor de ánimos,
porque están estresados o porque atraviesan una fuerte crisis de pareja…
O tal
vez porque ha cambiado de maestra en la escuela y ya no ve a aquella con la
que tenía un fuerte vínculo…A veces mi trabajo consiste en eso, en señalar a
los padres los indicios que da su hijo o hija de estar percibiendo toda la situación,
la que sea, y como esto le empeora estereotipias o le cambia el sueño.
O en
hacerles ver cuanto estrés le supone siendo tan pequeño pasar tantas horas
lejos de su madre o padre. También suelo invitar a la consulta a los hermanos
y hermanas, a menudo tristemente olvidados o excluidos de las terapias
para el autismo y que sin embargo son una parte fundamental de las vida
de los niños y niñas con autismo.
En ese contexto se sabe ahora que cuanto más conectados estén
los pequeños autistas con sus madres mejor va a ser el pronóstico, sobre
todo en lo que al lenguaje se refiere. Por eso las prácticas de crianza
fisiológica que promueven el vínculo seguro mediante el apego probablemente
sean aún más necesarias en el caso del autismo.
Esto ya
lo sabía mi amiga Eva Campano, madre de un hijo que tiene autismo y lo
explica magistralmente:
Yo creo que puedo atribuir a la lactancia materna
estrictamente el beneficio a nivel neurológico de los componentes de la
leche materna más el beneficio de no tomar leche de vaca. Creo que por un
lado ha tenido el mejor alimento para sus sistema nervioso y durante
muchos años y, por otro, le he evitado la toxicidad de otros alimentos
(estoy convencida de que el sistema digestivo de muchos niños con autismo es
excepcionalmente inmaduro y tiene un desarrollo peculiar, lo cual lo hace
mucho más permeable a determinados elementos que pueden perjudicar el sistema
nervioso). Eso ya supone un punto a favor del pronóstico, porque en
autismo, aumentar el CI, aunque sea en un sólo punto, implica siempre un
aumento en las posibilidades de desarrollar habilidades. Creo que el
desarrollo emocional y adaptativo del niño va muy ligado al tipo de crianza:
el colecho, el apego, el contacto físico, cómo trabajas las emociones (reconocerlas,
aceptarlas, expresarlas…), cómo fijas el modelo de relación con los demás
y contigo mismo, cómo trabajas la conducta con refuerzo positivo, cómo
estableces los límites…Un modelo de crianza basado en el amor, el apego y
la educación
emocional, en mi opinión, dota al niño con autismo de una base emocional muy
sólida para enfrentarse con un entorno que le resulta muy hostil. Si lo
complementas con un buen trabajo en comunicación (enseñándole a utilizar un
sistema aumentativo de comunicación desde el primer momento), su capacidad
emocional con frecuencia sorprende a los profesionales.
Nada que añadir: una vez más son las madres las que nos dan
toda una lección a los profesionales.
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