15/11/2012
Fuente:
Fundación Española de la Tartamudez (TTM)
Cuando a un hijo se
le diagnostica una deficiencia, el entorno familiar sufre un fuerte golpe, y
los padres experimentan diferentes fases psicológicas y emocionales que pueden
variar según cada caso.
En el momento en que se diagnostica una discapacidad a un niño, además de la propia realidad de la enfermedad, hay que tener en cuenta la fuerte repercusión que acomete en el entorno familiar, sobre todo en los padres del pequeño, que ven cómo todos los ámbitos de su vida cambian para siempre.
En el momento en que se diagnostica una discapacidad a un niño, además de la propia realidad de la enfermedad, hay que tener en cuenta la fuerte repercusión que acomete en el entorno familiar, sobre todo en los padres del pequeño, que ven cómo todos los ámbitos de su vida cambian para siempre.
Las reacciones
emocionales ante la discapacidad de un hijo pueden ser muy variadas según cada
caso, aunque todos los padres suelen pasar por fases similares desde el momento
del diagnóstico. De todas maneras, las reacciones y el devenir de la
deficiencia dependerán de diversos factores, como el grado de incapacidad del
hijo, la dinámica familiar antes del diagnóstico, la situación económica,
social e intelectual de la familia o las creencias religiosas.
Elizabeth Kubler-Ross
identifica cinco etapas emocionales que suelen atravesar los padres con un hijo
con discapacidad y que, en función de cada situación, pueden durar más o menos
tiempo, presentarse a la vez, volver a aparecer más adelante, etc. Las cinco
etapas son:
1.
Negación : los padres se aferran a la idea de que el diagnóstico será erróneo.
2.
Agresión : los padres pueden culparse mutuamente de la discapacidad del niño, o
desatar su ira contra el médico, la religión o la vida, o incluso contra el
propio hijo. Estas reacciones suelen ser fruto de la impotencia, aunque acaban
sintiendo culpa o vergüenza por su comportamiento.
3.
Negociación : aún no aceptan el diagnóstico por completo, pero los padres ya
dialogan con el médico y el niño sobre el problema.
4.
Depresión : a estas alturas, el agotamiento de los padres, tanto físico como
mental, ya es un fuerte lastre, y suelen manifestarse síntomas de la depresión.
5.
Aceptación : los padres aceptan parcial o totalmente la discapacidad del niño,
aunque las etapas anteriores pueden volver a aparecer.
Para otros autores
(Díez, S., Ventola, B., Garrido, F. y Ledesma, C.; 1989), los padres
experimentan diferentes reacciones cronológicas ante el diagnóstico de una
deficiencia de un hijo:
1.
Reacción tras el nacimiento : ante un embarazo, las ilusiones y fantasías de los padres respecto a
su hijo son muchas. El anuncio de la discapacidad supone el derrumbe de todas
estas expectativas. Primero, los padres suelen interrogar al médico sobre las
posibles causas, prestando especial atención a si se trata de una discapacidad
hereditaria. Aunque, al principio, la culpa suele recaer sobre los médicos,
pronto se traslada a los mismos progenitores, algo que puede traducirse en
depresión y aislamiento social. Si, al contrario, la deficiencia no es muy
importante, los padres suelen minimizarla y no darle mucha importancia, una
reacción también negativa para el desarrollo de la discapacidad.
2.
Reacción de Negación y/o Aceptación
Parcial : en los casos leves de discapacidad,
la reacción de los padres suele ser de negación o minimización, y por lo tanto,
no suelen ser conscientes de las dificultades del niño para realizar ciertas
actividades, no se le presta ayuda y se le exigen cosas que no puede hacer.
Así, sólo se consigue que el niño se sienta solo, inseguro e inferior a los
demás. Si la discapacidad es evidente, los padres no suelen aceptarla por
completo, aunque digan lo contrario. Suelen verse dominados por sus
sentimientos de pesimismo hacia el futuro y culpabilidad, y tienen reacciones
bruscas de autodefensa, que no ayudan a la labor médica.
3.
Reacción de Aceptación : en este caso, pueden producirse dos posturas diferenciadas. Los padres
pueden adoptar una posición de sobreprotección del hijo, una aceptación basada
en la resignación y la piedad, que no ayuda al niño a superar sus obstáculos,
sino que le hace vivir con la sensación de ser un enfermo. O, por otro lado,
los padres pueden no entender realmente el problema que padece su hijo y pueden
entorpecer el desarrollo positivo de la incapacidad.
4.
Reacción Depresiva Existencial : además de la preocupación ante un futuro incierto después del
diagnóstico, los padres padecen una ansiedad profunda por no saber qué pasará
cuando ellos mueran. Este sentimiento se puede mezclar con los de culpa y
fatalidad al intentar encontrar unos sustitutos que cuiden del hijo cuando
ellos falten, privando, por ejemplo, a los hermanos, de una vida plena.
http://faros.hsjdbcn.org/es/articulo/reaccion-padres-ante-discapacidad-hijo
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